Hay razones por las que las parejas deciden disolver su matrimonio. Éstas van desde la incompatibilidad sexual, problemas con las familias políticas, desacuerdos con respecto a los temas financieros, la crianza de los hijos, diferencias en los estilos de vida, diferentes religiones, etc. Pero en realidad a veces no es el motivo principal de divorcio, sino que éstos enmascaran conflictos encubiertos más profundos que atañe al poder; es decir, ¿quién se saldrá con la suya? ¿Quién establecerá el dominio y de qué forma del control pasiva agresiva es la más difícil de manejar que las conductas activas y agresivas.
El divorcio puede ocurrir en cualquier momento de la vida matrimonial. Su impacto variará dependiendo de numerosas variables como pueden ser:
El divorcio puede ocurrir en cualquier momento de la vida matrimonial. Su impacto variará dependiendo de numerosas variables como pueden ser:
- Las edad de la pareja.
- Si hay o no hijos.
- La duración del matrimonio.
- El nivel socioeconómico.
- El nivel cultural de la pareja.
Sin importar el motivo del divorcio, éste implicará una serie de eventos desgarradores, y es uno de los eventos más dolorosos que puede atravesar una familia. Las reacciones ante el divorcio pueden variar , que van desde un gran conflicto hasta la retracción o semisilencio.
En algunos matrimonios, en particular aquellos donde hubo violencia o abuso físico y/o psicológico, o donde había abuso de alcohol o de drogadicción, la decisión de separarse puede ser un alivio para uno de los cónyuges, pero también puede haber remordimiento o culpa por haber elegido una pareja con muchos defectos; o en su caso, defectos que no fueron reconocidos, negados o minimizados. En otros casos, la persona se puede sentir culpable por no haber podido rescatar a esa persona (del alcoholismo, por ejemplo) y más si piensa que la otra persona tiene una enfermedad o un problema psicológico grave.
Por eso vamos a dar una radiografía a nivel general de todo el proceso que pasa la gente que se está divorciando, tomando en cuenta todas las variables que se puedan dar.
fase 1: Predivorcio (divorcio emocional).
Esta fase empieza cuando alguien de la pareja o ambos creen que el matrimonio ya está muy fracturado y que la mejor solución es el divorcio. Se hace latente que uno o los dos se quieren divorciar. Pueden pasar dos cosas: o se busca salvar al matrimonio o se busca un abogado para que lleve a cabo el proceso de forma legal.
Si realmente se quiere salvar el matrimonio sin recurrir al divorcio, es necesario tomar una terapia de pareja o familiar. Esto es esencial para ver qué está pasando en el matrimonio y ver si realmente se puede salvar. En caso de que ya no sea posible soslayar los problemas existentes, al menos se podrán divorciarse de manera tranquila.
Se complica salvar el matrimonio cuando uno de los dos decide salirse de casa, ya que la separación se hace pública. Los hijos toman conciencia de lo que está ocurriendo y tienen que lidiar con la realidad y con las múltiples preguntas de los amigos. Indudablemente el divorcio causará cambios muy importantes en sus vidas (principalmente de los hijos)y estas repercusiones se experimentarán durante muchos años.
Cuando uno decide que el apego emocional se ha acabado y el matrimonio está destruido, poco se puede hacer para salvar el matrimonio. el otro cónyuge puede volverse sintomático (con una enfermedad psicosomática). También la pareja puede deprimirse y/o amenazar con suicidarse si la abandonan. Esto con el fin de que no la abandonen.
Cuando el matrimonio es de corta duración y cada uno tiene su propio empleo; y sobre todo, cuando no hay hijos de por medio, el divoricio no hace mucha mella en la pareja. Ambos pueden considerar que han cometido un error y que lo mejor es cortarlo por lo sano. Por lo general lo lamentan, pero no tienen un dolor profundo y no se agreden mutuamente.
Fase 2: divorcio legal.
En esta fase ya se determinó que el divorcio es inevitable. Sólo hay que ver qué conviene a las dos partes hacer: consultar un abogado o un mediador. Por lo general se consulta al mediador cuando las dos partes están en mutuo acuerdo en que es bueno divorciarse y buscan la vía más sana. Cuando una de las partes no está de acuerdo o busca dar una pelea (para sacar toda la rabia que tiene) por lo general buscan a un abogado. Las diferencias entre uno y otro se tendrán que explicar en otro artículo.
Fase 3: Divorcio económico/financiero
En esta fase las dos partes se concentran en dos aspectos principales. El cuidado y manutención de los niños y las cuestiones financieras.
En esta fase hay un juez que determinará la suma de manutencion de los niños, y de ser posible, que siga habiendo una crianza compartida.
En cuanto a las cuestiones financieras los problemas que deben ser resueltos son: El acuerdo respecto a las propiedades y la división de todos los bienes.
Aquí el dinero tiene una relevancia trascendental, ya que se le percibe como status y poder personal, esto hace que se vuelva más complicado el divorcio.
Fase 4: Divorcio coparental.
Ya establecida la parte financiera, ahora es tiempo de enfocarse en los hijos.
Es necesario hablarle a los hijos respecto al divorcio el cual es inminente. Lo más seguro es que uno de los padres tendrá que emigrar del hogar. Aquí es importante que los niños no escuchen insultos o agresiones verbales o física de los padres y otras conductas degradantes y aterradoras. Es mejor si los padres les explican claramente lo que está pasando y contestan juntos a todas sus preguntas. Los hijos van a necesitar ser tranquilizados, sobre todo que no es su culpa de que los padres se estén divorciando, ya que ellos no son culpable bajo cualquier perspectiva y que lo que hagan no va a evitar para nada la separación.
Tampoco los hijos tienen que sentirse responsables por lo que está ocurriendo; que ambos padres los van a seguir queriendo y continuarán participando de sus vidas de manera emocional, física y financiera, y que ellos esperan que ninguno de los hijos tomen partido por alguno de los padres y que son libres de amar a ambos padres y a los abuelos y que sus vidas se alterarán lo menos posible.
Los hijos tienen derecho a hacer preguntas y e expresar sus propias ideas, sentimientos y reacciones, y no deberán ser castigados por su ira, llanto o retraimiento.
Puede ser que los niños necesiten terapia, ya sea familiar, terapia padre-hijo(s), terapia infantil individual o terapia de grupo de hermanos.
Los niños necesitan alguna sensación de seguridad de tener un plan que sea predecible y que, sin embargo, tenga en cuenta la flexibilidad de las necesidades de los padres para hacer ocasionalmente un cambio respecto de cuando el niño estará en la residencia. Esto es importante cuando el tema de cuál será la residencia primaria y cual será la secundaria.
Si hay tres niños de edades diferentes, como por ejemplo, un niño de 4 meses, otro de 3 años y el último de 8 años de edad, lo ideal es que haya tres planes de crianza diferentes. El bebé de 4 meses y que todavía está amamantando deberá estar el mayor tiempo posible con la madre. El niño de tres años puede que aún no esté preparado para convivir en dos hogares diferentes; y por ende, lo más sano es que viva en un solo lugar. En cambio, el niño de 8 años puede estar impaciente por que llegue el fin de semana para irse con su papá, ya que es con el que convive menos. Pero siempre hay que tener en cuenta que idear planes diferentes es muy complicado, porque no solamente se tienen que tomar en cuenta las edades de los hijos, sino también los horarios de trabajo de los padres, la disponibilidad de tiempo y otras circunstancias.
Fase 5: Cuestiones sociales
Durante el momento en que los detalles del acuerdo de divorcio están siendo negociados, lo más probable es que todo el mundo empiece a dar opiniones (sean pedidas o no) venidas desde familiares hasta los más íntimos amigos sobre lo que debería o no haber hecho cada uno de los cónyuges. Dichos consejos, aunque sean bienintencionados, suelen constituir una fuerza negativa, ya que lo único que hace es crear más confusión en las personas que se están divorciando. Lo que debe hacer cada persona que se está divorciando, es sintonizarse con sus propios pensamientos, sentimientos y deseos internos, y determinar que es lo que más le conviene a ambos.
Es una etapa muy difícil ya que hay que ver cómo se van a relacionar con los tíos y abuelos de los hijos. Sobre todo hay que entender que ya se rompió una estructura y es necesario estabilizar un nuevo modo de vida y crear una nueva rutina diaria con los hijos. En el caso de muchas mujeres, quizá tengan que buscar un empleo y explorar nuevos intereses que antes no tenía contemplados. Esto implica buscar nuevas amistades.
Fase 6: Divorcio espiritual/religioso
Como ya se mencionó, la mayoría de las personas tiene un componente religioso. Entonces, cuando una pareja decide separarse, muchas veces se sienten rechazados por lo gente de su propia religión. Es cierto que muchas religiones no son muy tolerantes en cuanto al tema del divorcio, e incluso es muy mal visto y hasta puedo ser un pecado muy grave. En este caso, las personas que se están divorciando experimentan un estrés adicional a lo que están viviendo. Por lo general, la gente que está apegada a una religión siempre buscará obtener la aprobación de la religión a la que pertenezca. E incluso puede tener temor a Dios porque siente que ha cometido un pecado, aunque él (ella) no haya decidido divorciarse.
Fase 7: Post divorcio
Cuando la pareja enfrenta un divorcio, por lo general experimentan una serie de sentimientos que incluyen dolor, desilusión, ira, confusión y resentimiento. Sin embargo, se espera que ambos actúen de una forma madura ya que las decisiones que tomen serán irrevocables, y tendrán consecuencias positivas o negativas en su futuro. Sólo el divorcio los afectará bastante si siguen lamentándose en la autocompasión y en el deseo de vengarse por las heridas narcicistas infringidas, o si serán capaces de ver más allá de la ira y de llegar a un punto de cierta aceptación e incluso de perdón para su expareja, de tal manera que haya un cierre psicológico para poder realizar una vida más fructífera después del divorcio.
En este proceso de divorcio que ha sido doloroso, la terapia puede ser benéfica para los miembros de la familia que se separa o en diferentes combinaciones de sus subsistemas. La terapia ofrece un refugio en el que las personas angustiadas puedense expresar toda una gama completa de emociones como: estados depresivos, sentimiento de fracaso, baja autoestima, el deseo de venganza hacia la persona que se va y principalmente la angustia por un futuro incierto.
Por eso vamos a dar una radiografía a nivel general de todo el proceso que pasa la gente que se está divorciando, tomando en cuenta todas las variables que se puedan dar.
Esta fase empieza cuando alguien de la pareja o ambos creen que el matrimonio ya está muy fracturado y que la mejor solución es el divorcio. Se hace latente que uno o los dos se quieren divorciar. Pueden pasar dos cosas: o se busca salvar al matrimonio o se busca un abogado para que lleve a cabo el proceso de forma legal.
Si realmente se quiere salvar el matrimonio sin recurrir al divorcio, es necesario tomar una terapia de pareja o familiar. Esto es esencial para ver qué está pasando en el matrimonio y ver si realmente se puede salvar. En caso de que ya no sea posible soslayar los problemas existentes, al menos se podrán divorciarse de manera tranquila.
Se complica salvar el matrimonio cuando uno de los dos decide salirse de casa, ya que la separación se hace pública. Los hijos toman conciencia de lo que está ocurriendo y tienen que lidiar con la realidad y con las múltiples preguntas de los amigos. Indudablemente el divorcio causará cambios muy importantes en sus vidas (principalmente de los hijos)y estas repercusiones se experimentarán durante muchos años.
Cuando uno decide que el apego emocional se ha acabado y el matrimonio está destruido, poco se puede hacer para salvar el matrimonio. el otro cónyuge puede volverse sintomático (con una enfermedad psicosomática). También la pareja puede deprimirse y/o amenazar con suicidarse si la abandonan. Esto con el fin de que no la abandonen.
Cuando el matrimonio es de corta duración y cada uno tiene su propio empleo; y sobre todo, cuando no hay hijos de por medio, el divoricio no hace mucha mella en la pareja. Ambos pueden considerar que han cometido un error y que lo mejor es cortarlo por lo sano. Por lo general lo lamentan, pero no tienen un dolor profundo y no se agreden mutuamente.
En esta fase ya se determinó que el divorcio es inevitable. Sólo hay que ver qué conviene a las dos partes hacer: consultar un abogado o un mediador. Por lo general se consulta al mediador cuando las dos partes están en mutuo acuerdo en que es bueno divorciarse y buscan la vía más sana. Cuando una de las partes no está de acuerdo o busca dar una pelea (para sacar toda la rabia que tiene) por lo general buscan a un abogado. Las diferencias entre uno y otro se tendrán que explicar en otro artículo.
En esta fase las dos partes se concentran en dos aspectos principales. El cuidado y manutención de los niños y las cuestiones financieras.
En esta fase hay un juez que determinará la suma de manutencion de los niños, y de ser posible, que siga habiendo una crianza compartida.
En cuanto a las cuestiones financieras los problemas que deben ser resueltos son: El acuerdo respecto a las propiedades y la división de todos los bienes.
Aquí el dinero tiene una relevancia trascendental, ya que se le percibe como status y poder personal, esto hace que se vuelva más complicado el divorcio.
Ya establecida la parte financiera, ahora es tiempo de enfocarse en los hijos.
Es necesario hablarle a los hijos respecto al divorcio el cual es inminente. Lo más seguro es que uno de los padres tendrá que emigrar del hogar. Aquí es importante que los niños no escuchen insultos o agresiones verbales o física de los padres y otras conductas degradantes y aterradoras. Es mejor si los padres les explican claramente lo que está pasando y contestan juntos a todas sus preguntas. Los hijos van a necesitar ser tranquilizados, sobre todo que no es su culpa de que los padres se estén divorciando, ya que ellos no son culpable bajo cualquier perspectiva y que lo que hagan no va a evitar para nada la separación.
Tampoco los hijos tienen que sentirse responsables por lo que está ocurriendo; que ambos padres los van a seguir queriendo y continuarán participando de sus vidas de manera emocional, física y financiera, y que ellos esperan que ninguno de los hijos tomen partido por alguno de los padres y que son libres de amar a ambos padres y a los abuelos y que sus vidas se alterarán lo menos posible.
Los hijos tienen derecho a hacer preguntas y e expresar sus propias ideas, sentimientos y reacciones, y no deberán ser castigados por su ira, llanto o retraimiento.
Puede ser que los niños necesiten terapia, ya sea familiar, terapia padre-hijo(s), terapia infantil individual o terapia de grupo de hermanos.
Los niños necesitan alguna sensación de seguridad de tener un plan que sea predecible y que, sin embargo, tenga en cuenta la flexibilidad de las necesidades de los padres para hacer ocasionalmente un cambio respecto de cuando el niño estará en la residencia. Esto es importante cuando el tema de cuál será la residencia primaria y cual será la secundaria.
Si hay tres niños de edades diferentes, como por ejemplo, un niño de 4 meses, otro de 3 años y el último de 8 años de edad, lo ideal es que haya tres planes de crianza diferentes. El bebé de 4 meses y que todavía está amamantando deberá estar el mayor tiempo posible con la madre. El niño de tres años puede que aún no esté preparado para convivir en dos hogares diferentes; y por ende, lo más sano es que viva en un solo lugar. En cambio, el niño de 8 años puede estar impaciente por que llegue el fin de semana para irse con su papá, ya que es con el que convive menos. Pero siempre hay que tener en cuenta que idear planes diferentes es muy complicado, porque no solamente se tienen que tomar en cuenta las edades de los hijos, sino también los horarios de trabajo de los padres, la disponibilidad de tiempo y otras circunstancias.
Durante el momento en que los detalles del acuerdo de divorcio están siendo negociados, lo más probable es que todo el mundo empiece a dar opiniones (sean pedidas o no) venidas desde familiares hasta los más íntimos amigos sobre lo que debería o no haber hecho cada uno de los cónyuges. Dichos consejos, aunque sean bienintencionados, suelen constituir una fuerza negativa, ya que lo único que hace es crear más confusión en las personas que se están divorciando. Lo que debe hacer cada persona que se está divorciando, es sintonizarse con sus propios pensamientos, sentimientos y deseos internos, y determinar que es lo que más le conviene a ambos.
Es una etapa muy difícil ya que hay que ver cómo se van a relacionar con los tíos y abuelos de los hijos. Sobre todo hay que entender que ya se rompió una estructura y es necesario estabilizar un nuevo modo de vida y crear una nueva rutina diaria con los hijos. En el caso de muchas mujeres, quizá tengan que buscar un empleo y explorar nuevos intereses que antes no tenía contemplados. Esto implica buscar nuevas amistades.
Como ya se mencionó, la mayoría de las personas tiene un componente religioso. Entonces, cuando una pareja decide separarse, muchas veces se sienten rechazados por lo gente de su propia religión. Es cierto que muchas religiones no son muy tolerantes en cuanto al tema del divorcio, e incluso es muy mal visto y hasta puedo ser un pecado muy grave. En este caso, las personas que se están divorciando experimentan un estrés adicional a lo que están viviendo. Por lo general, la gente que está apegada a una religión siempre buscará obtener la aprobación de la religión a la que pertenezca. E incluso puede tener temor a Dios porque siente que ha cometido un pecado, aunque él (ella) no haya decidido divorciarse.
Cuando la pareja enfrenta un divorcio, por lo general experimentan una serie de sentimientos que incluyen dolor, desilusión, ira, confusión y resentimiento. Sin embargo, se espera que ambos actúen de una forma madura ya que las decisiones que tomen serán irrevocables, y tendrán consecuencias positivas o negativas en su futuro. Sólo el divorcio los afectará bastante si siguen lamentándose en la autocompasión y en el deseo de vengarse por las heridas narcicistas infringidas, o si serán capaces de ver más allá de la ira y de llegar a un punto de cierta aceptación e incluso de perdón para su expareja, de tal manera que haya un cierre psicológico para poder realizar una vida más fructífera después del divorcio.
En este proceso de divorcio que ha sido doloroso, la terapia puede ser benéfica para los miembros de la familia que se separa o en diferentes combinaciones de sus subsistemas. La terapia ofrece un refugio en el que las personas angustiadas puedense expresar toda una gama completa de emociones como: estados depresivos, sentimiento de fracaso, baja autoestima, el deseo de venganza hacia la persona que se va y principalmente la angustia por un futuro incierto.
¿Qué sigue después del divorcio?
Muchas personas divorciadas dicen que los tres días más dolorosos en el proceso de divorcio son: el día en que le anuncia su pareja que se quieren divorciar; el día en que uno de los cónyuges se va del hogar y el último es cuando legalmente están divorciados. No hay que olvidar que con el divorcio se desvanecen muchos deseos y esperanzas que se crearon en el matrimonio.
En este punto los amigos son esenciales como apoyo moral. Tal vez puedan llevar a la persona que se acaba de divorciar a desayunar o a comer para poder marcar una transición; e incluso, puede invitarse a los hijos, ya que es un día muy significativo para ellos también.
Pero los amigos tienen que estar preparados para escuchar cuando la persona desea hablar y quejarse, llorar y lamentarse por su situación o gritar a causa de su terrible frustración. De igual manera, tendrán los amigos que compartir momentos de silencio, sobre todo para que la persona angustiada necesite calmarse, y también tolerar las oscilaciones en su estado de ánimo.
Cuanto más aceptación y apoyo manifiesten la red de apoyo, más rápido será el proceso de recuperación. Por eso es importante para la gente que se está divorciando que se sientan valorados en lugar de sentirse rechazados.
¿COMO EMPEZAR DE NUEVO?
Para los adultos que son razonablemente sanos y que han tenido un buen proceso de recuperación, lleva de 2 a 5 años para volver a sentirse fuerte y optimista y dejar de pensar en el pasado, y sólo se concentra en el presente y en el futuro. Quizá de nuevo se sienta con gran confianza para tener una nueva relación sin el miedo a volverse a sentir herido.
Si en este divorcio la persona ya no se siente cómoda en el medio en que se desenvolvía, principalmente el de parejas, puede buscar otro tipo de amistades, sobre todo de solteros, o tal vez divorciados o viudos.
Casarse rápidamente después de un divorcio no es una buena idea. Antes de intentar relacionarse con una nueva persona tiene que haber un cierre en la relación anterior, para que pueda haber un compromiso total con la nueva pareja, ya que ese nuevo amor puede convertirse fácilmente en demasiado dolor y hostilidad residual al nuevo ser amado.
Si la causa de divorcio fue una infidelidad, hay que estar seguros que el (la) amante será el cónyuge correcto. Hay que tomar en cuenta que antes era un romance prohibido, y muchas veces, cuando ese romance ya no es tan secreto, dejar de perder su encanto. Además, hay que aprender a lidiar con el resentimiento de los hijos, si consideran que la nueva pareja fue la que destruyó a la familia.
A la larga, la mayoría de las personas divorciadas decide "volver a intentar" un nuevo romance y vuelven a casarse dentro de los cinco años. Pero es indispensable que se hable de la relación anterior. Hay que reconocer que, aunque la persona esté legalmente divorciada, nunca se separará psicológica y financieramente de ellos.
Pero a pesar de las complejidades de las familias de segundas nupcias, muchas personas realmente encuentran gran satisfacción en su nueva vida después del divorcio. Pero hay también personas que ya no quieren entablar una nueva relación, ya sea por miedo, o bien, porque les agrada la libertad y la independencia que esto conlleva.
Definitivamente hay una vida más allá del divorcio y puede ser muy placentera, si es que uno está dispuesto a soltar el pasado y ser proactivo para crear un presente y un buen futuro.
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